El Cambio es Posible; Programa Nuevo día.
Desde hace más de 27 años viene desarrollándose con aciertos el Programa para el tratamiento a las adicciones a drogas fuertes, fármacos y alcohol, el cual se asienta en la experiencia de la escuela cubana de psiquiatría y psicología y el nivel científico y experiencia de sus profesionales, si bien inserta lo mejor de las escuelas italiana, española, argentina, colombiana y norteamericana. Basa su esquema de trabajo en el llamado enfoque de "comunidad terapéutica", pues en régimen de convivencia grupal los pacientes comparten estados de ánimo, sentimientos y situaciones. Se trata de reencauzar el sistema de responsabilidades individuales, familiares y sociales, por etapas, para lograr dos metas principales: la abstinencia y el cambio en el estilo de vida.
En este escenario, Cuba tiene el privilegio de ser un país libre de circulación de drogas, y operar con un tratamiento que a diferencia de otras variantes aplicadas internacionalmente, no se basa en la utilización de drogas sustitutivas como la metadona, naltrexona o el levo-alfa-acetilmetado, cuyo empleo alivia los síntomas agudos de abstinencia, permite desintoxicar a los pacientes y alejarlos del consumo, y por tanto contribuye a sobrellevar las etapas iníciales de la deshabituación, pero a la larga generan un efecto contraproducente, pues crean dependencias substitutivas igualmente dañinas.
El tratamiento cubano se realiza según cuatro etapas y se estructura sobre la base de cuatro áreas:
La terapéutica, la de alternativas educativas y ocupacionales, el área de autogobierno y la de salud y turismo. En la primera se hace énfasis en la psicoterapia individual y grupal, con el apoyo de técnicas como la pictografía, el cine debate, la musicoterapia o el psicodrama, sin desestimar el valor de un trabajo sostenido con la familia para el establecimiento de patrones positivos de relaciones interpersonales, la acertada orientación en torno a la enfermedad, su rehabilitación y la reinserción del paciente a la sociedad.
Acupuntura, relajación y recreación física también contribuyen decisivamente a desarrollar nuevos valores y a modificar estilos de vida.
El área de alternativas educativas y culturales permite pulsar las potencialidades intelectuales y laborales del sujeto, tomando como base la propia vida cotidiana y capacidades afectadas por el sostenido uso de los tóxicos. Pone a prueba las aptitudes y conductas mediante el trabajo y el conocimiento, al tiempo de orientar al paciente hacia su futura actividad laboral.
Por su parte el autogobierno se convierte en un elemento estructural en la dinámica de vida de la comunidad terapéutica, a través del cual un grupo de pacientes adquiere responsabilidades claves y junto al equipo terapéutico interviene en la toma de decisiones y el control del funcionamiento interno.
Finalmente, el área de salud y turismo propone un acercamiento a aquellos atributos culturales (museos, teatros, cines) y naturales (parques, playas, senderos ecológicos, termalismo, etc.) del entorno, de los cuales se disfruta en dependencia de la evolución y capacidad de autorregulación adquirida en el proceso de tratamiento, en forma de estímulos otorgados por el colectivo de la comunidad terapéutica.
Son requisitos indispensables que el paciente ingrese al programa de forma voluntaria, no padecer una enfermedad mental como la esquizofrenia o retraso mental o SIDA, y que sea acompañado por un familiar el cual permanecerá con el mismo durante este período de evaluación y la primera semana de tratamiento, con el objetivo de participar activamente en la etapa de evaluación e inicio de la terapéutica